Después de madrugar, pasar entre cinco y siete horas en el colegio, otras dos de actividades vespertinas y sus consiguientes traslados, al llegar a casa esperan los temidos deberes. Muchos niños los afrontan con desgana, otros con auténtica desidia. ¿Cómo pueden ayudar los padres para afrontar este momento de trabajo?
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