Pierde el temor al momento de los deberes
Después de madrugar, pasar entre cinco y siete horas en el colegio, otras dos de actividades vespertinas y sus consiguientes traslados, al llegar a casa esperan los temidos deberes. Muchos niños los afrontan con desgana, otros con auténtica desidia. ¿Cómo pueden ayudar los padres para afrontar este momento de trabajo?
La tendencia de muchos padres consiste en sentarse con los hijos a hacer la tarea. Sin embargo, ¿es lo correcto? Sí, cierto, lo hacen con buena fe y con ganas de ayudar, pero no siempre el resultado es el esperado.
De hecho, diversos estudios apuntan a que es desaconsejable liberar a los escolares de sus responsabilidades con los deberes. Entonces, ¿la solución es dejarlos solos? ¿Que tropiecen y se caigan para que aprendan a levantarse? Parece muy drástica también esta postura…
Por eso, en casa de Pablo y Luis la hora de los deberes no llega de repente. Sus padres han leído sobre el tema, se han dejado aconsejar y emplean un método que les funciona.
Diálogo y refuerzos positivos
“¿Cómo ha ido el día en el cole?”. Es lo primero que pregunta la madre de los pequeños después del beso con el que los recoge en el colegio. Ese diálogo es precisamente el comienzo de la preparación hacia la tarde, las tareas y las actividades.
Con esa información es más fácil saber qué hacer. Si tienen ejercicios a medias, la ayuda será distinta a la que precisen si están preparando los exámenes globales. “Paciencia, paciencia”, se repite la madre ante la lluvia de obligaciones que comparten con ella cada día.
Otra cosa que han hecho los padres de Pablo y Luis es no centrarse en su propio miedo al suspenso de sus hijos. Porque las profesoras, los orientadores y el personal docente del colegio les han explicado que lo importante es aprender y no tanto la calificación final.
“Como en los concursos”, les dijeron. “Es muy importante participar”. Por eso los mayores han tenido que reprogramarse para evitar terminar haciendo ellos la tarea que es responsabilidad de sus hijos. Y también han aprendido a darles premios cuando cumplen con sus obligaciones.
Desde que emplean este método, hacer la tarea ya no es tan tedioso ni los resultados tan desastrosos. ¡Hasta las notas han mejorado!
Un espacio adecuado
Antes de recibir ayuda, los padres metían a los niños en su cuarto a hacer los deberes. Los aislaban de la casa, del ruido de las lavadoras y el fregoteo de la cocina, pensando que esa separación les ayudaría a concentrarse. Pero conseguían lo contrario: que se despistaran con sus juguetes, que se pasaran horas delante de las hojas sin avanzar con la tarea.
Una profesora les recomendó un día que integraran a los niños en la dinámica del hogar, que les pusieran en un lugar amplio y con luz sin teléfonos ni televisores ni juguetes cerca, en un espacio en el que estuvieran los padres presentes para controlar su avance y resolver sus dudas sin intervenir en su labor.
Y todo cambió: no más llantos, ni frustración, ni penas. Las notas han mejorado, los niños son ahora felices con el interés que demuestran sus padres por su trabajo, con la ausencia de interferencias y de comparaciones con los más “empollones” de la clase.
Por eso, Pablo y Luis disfrutan de actividades lúdicas y deportivas con las que sus padres les premian por su buen trabajo. Iniciativas que encuentran en las páginas de Kapisco Actividades : cursos, talleres y todo tipo de propuestas con las que recompensar los buenos comportamientos de forma sana y divertida. ¿Te apuntas a este plan?